dum loquimur, fugerit invid aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.
Horacio, Odas, I, 11, 7-8
Mientras hablamos, huye el envidioso tiempo. Aprovecha el día, y no confíes lo más mínimo en el mañana.
Me llena de orgullo recibir esas cariñosas recriminaciones que manifiestan una contenida queja por mi silencio, aun cuando pocas palabras dejo escritas en este cuaderno, ya que las más de las veces son imágenes que muestro, para enseñaros el mundo que contemplo.
Es una necesidad para hacerme comprender.
Ahora mis palabras -temo- embrollan y ocultan mi intención de comunicar lo que siento.
Las imágenes evocan en cada persona diferentes sentimientos, como cualesquiera otros los acontecimientos que, cuando son interiorizados, producen reacciones diferentes incluso a una misma persona en circunstancias distintas.
Recibir esas breves muestras de atención hacia esta página, mantiene viva la preocupación por continuar esta tarea creativa.
Quiero manifestar uno de los motivos que me impiden actualizar, con la frecuencia que acostumbraba, este cuaderno: la sucesión de Juan Pablo II en la Santa Sede por Benedicto XVI, me ha impulsado a la lectura de textos que ahora descubro con asombro que son fundamentales para completar mi formación personal, con la esperanza de que su aprehensión me permita, no sólamente comprender un aspecto fundamental de nuestra cultura y naturaleza social, sino que contribuyan a la mejora personal, también desde unos supuestos morales, además de intelectuales.
Los planteamientos que personajes como León XIII en la encíclica Rerum Novarum, Pablo VI en la carta apostólica Gaudium et Spes, o las encíclicas y otros textos de Juan Pablo II, suponen para mí -que desconocía todo, absolutamente todos los tesoros que ahí se escondían- un descubrimiento magnífico de sabiduría, pero también de esperanza, de fortaleza, de confianza en las personas.
Pero se necesita tiempo para asimilar tanta información. Y mi capacidad es muy limitada.
Por este motivo, apelo ahora a vuestra comprensión, pero deseo haceros responsables también de esta pausa. Desearía que vuestra participación fuese más activa.
Sé que hay imágenes que han despertado en vosotros recuerdos, sentimientos... Sin embargo, habéis pasado ante ellas callando aquí lo que vuestro espíritu quería manifestar.
Es el momento de volver a ellas y dejar vuestras impresiones.
Seguís siendo bien recibidos aquí.
Recordad, carpe diem...