2005-05-28
2005-05-27
2005-05-26
2005-05-25
2005-05-24
2005-05-23
2005-05-22
2005-05-20
2005-05-19
En este mundo fugaz
Carlos Bousoño
Pozo de realidad, nauseabunda
afirmación, nocturno
cerco de sombras. Todo
hasta la muerte. Somos
aciago resplandor insumiso, noche
florecida. Oh miseria
inmortal. Tú, mi alondra
súbita, mi pequeño colibrí delicado,
flor mecida en la brisa,
tú dichosa, tú, visitada por la luz,
lavada en su jardín que desciende
despacio,
pequeñez tan querida.
afirmación, nocturno
cerco de sombras. Todo
hasta la muerte. Somos
aciago resplandor insumiso, noche
florecida. Oh miseria
inmortal. Tú, mi alondra
súbita, mi pequeño colibrí delicado,
flor mecida en la brisa,
tú dichosa, tú, visitada por la luz,
lavada en su jardín que desciende
despacio,
pequeñez tan querida.
Y vienen ahora los versos esperanzados, vigorosos y frescos, vivificantes. Es nuestro secreto, amigos, perseguidlos.
Aquí estás resistiendo,
...
...
La voluntad de perdurar
Y cuán fácilmente olvidamos algunas de las palabras que, en los latidos, sentimos. Aquí recupero un poema de Ángel Crespo, que quizá conozcáis precisamente por sus traducciones de Pessoa.
La voluntad de perdurar
de todo lo que es frágil
canta en la avena loca, en las avenas
en cultos surcos, de amarillo armadas,
y canta en estos versos
que bajo el sol despegan,
se alzan -llegan ya al sol-
y abatidos, quemados, mis propios labios hieren.
Voluntad de lo frágil
frente a la tozudez hermosa de lo duro,
que el tiempo va minando
y reduciendo a débiles cenizas.
Así la roca alta
en la que sólo posan el águila y el cuervo
-y en no larga ocasión la mariposa-,
en diminutas piedras se redime
y se sublima en chinas, polvo y tenue
materia que mi lengua impregna mientras canto.
Suave polvillo por mi frágil verso:
voluntad imperiosa
de ser cuando la roca ya no sea.
de todo lo que es frágil
canta en la avena loca, en las avenas
en cultos surcos, de amarillo armadas,
y canta en estos versos
que bajo el sol despegan,
se alzan -llegan ya al sol-
y abatidos, quemados, mis propios labios hieren.
Voluntad de lo frágil
frente a la tozudez hermosa de lo duro,
que el tiempo va minando
y reduciendo a débiles cenizas.
Así la roca alta
en la que sólo posan el águila y el cuervo
-y en no larga ocasión la mariposa-,
en diminutas piedras se redime
y se sublima en chinas, polvo y tenue
materia que mi lengua impregna mientras canto.
Suave polvillo por mi frágil verso:
voluntad imperiosa
de ser cuando la roca ya no sea.
Y así es. Se reproduce lo minúsculo para perdurar siendo otros, dándose para la eternidad. Y la roca arrogante se aniquila, entregándose también para la eternidad, aunque sucumbe ante el ímpetu del tiempo, disgregándose en lo minúsculo.
Vuelven las palabras
Un día, lejano ya, echamos a volar las palabras esperando que alzaran vertiginoso vuelo y, recorriendo recónditos lugares, alcanzaran la libertad de nuestros sueños.
Y las otras palabras, aquéllas que no pudimos pronunciar -no, no penséis que nos estaban vedadas-, las que no éramos capaces de soñar, las que sentíamos quemarnos las entrañas, las que amábamos en los versos del poeta querido, esas las acariciábamos como a ángeles intangibles.
Ahora vuelven, acariciadas por tu mirada, descritas por tu pluma, esas mismas palabras que creía perdidas.
Salinas, González, Valente, Cernuda, Altolaguirre, Alonso, Diego, Aleixandre, Otero...
¡Tantos...!
Y olvido las palabras extrañas, también fueron mías, pero no aquí -todos los Pessoa, Elliot, Blake; también Borges...
Y más allá de las palabras, más adentro, siendo apenas lo que somos... los sentimientos.
Y las otras palabras, aquéllas que no pudimos pronunciar -no, no penséis que nos estaban vedadas-, las que no éramos capaces de soñar, las que sentíamos quemarnos las entrañas, las que amábamos en los versos del poeta querido, esas las acariciábamos como a ángeles intangibles.
Ahora vuelven, acariciadas por tu mirada, descritas por tu pluma, esas mismas palabras que creía perdidas.
Salinas, González, Valente, Cernuda, Altolaguirre, Alonso, Diego, Aleixandre, Otero...
¡Tantos...!
Y olvido las palabras extrañas, también fueron mías, pero no aquí -todos los Pessoa, Elliot, Blake; también Borges...
Y más allá de las palabras, más adentro, siendo apenas lo que somos... los sentimientos.
2005-05-18
Sí
Efectivamente, amigo.
Bien lo expresó Ricardo Reis: Los dioses son dioses porque -no pensándose- no sienten.
Hay momentos en los que resulta necesario, para seguir viviendo, no tener corazón.
Con un fulgor de fuego hiriendo más allá de las entrañas -donde nace el sentimiento- es necesario continuar combatiendo. La vida es lucha, agonía existencial. Volvamos a recordar al viejo profesor, al maestro Unamuno. Lo necesitamos.
Bien lo expresó Ricardo Reis: Los dioses son dioses porque -no pensándose- no sienten.
Hay momentos en los que resulta necesario, para seguir viviendo, no tener corazón.
Con un fulgor de fuego hiriendo más allá de las entrañas -donde nace el sentimiento- es necesario continuar combatiendo. La vida es lucha, agonía existencial. Volvamos a recordar al viejo profesor, al maestro Unamuno. Lo necesitamos.
2005-05-17
2005-05-16
2005-05-15
Escritos y leyendas (i)
Imágenes cotidianas, compañeras en el humo de la vida, que apenas percibimos. Nuestras miradas atienden a otras fantasías, mientras imaginamos que vivimos.
Compañeros en el humo de la vida...
Una tarde que languidece en nuestra memoria es ya más real que el mundo que nos contiene. Sueños son... y creemos que son vida.
Sueños que quedan escritos en el olvido.
Amigo fuiste un día, compañero peregrino, hasta que el destino nos venció.
Soñaba la mañana de aquel día y volviste a la misma vereda que recorrimos.
La leyenda recupera los sueños que nosotros no hemos tenido. La leyenda forja etéreamente, en el tiempo de otros, nuestros sueños.
Nunca escribimos versos... nunca hollamos desiertos.
Dejaste mi mano junto a las pisadas de muertos sueños.
Hemos escrito miles de silencios y hemos olvidado el silencio.
Nunca dijimos aquellas palabras que arrebató el viento del Sur.
Hoy sólo vivimos de los sueños.
Como ayer, de los sueños del Destino.
Compañeros en el humo de la vida...
Una tarde que languidece en nuestra memoria es ya más real que el mundo que nos contiene. Sueños son... y creemos que son vida.
Sueños que quedan escritos en el olvido.
Amigo fuiste un día, compañero peregrino, hasta que el destino nos venció.
Soñaba la mañana de aquel día y volviste a la misma vereda que recorrimos.
La leyenda recupera los sueños que nosotros no hemos tenido. La leyenda forja etéreamente, en el tiempo de otros, nuestros sueños.
Nunca escribimos versos... nunca hollamos desiertos.
Dejaste mi mano junto a las pisadas de muertos sueños.
Hemos escrito miles de silencios y hemos olvidado el silencio.
Nunca dijimos aquellas palabras que arrebató el viento del Sur.
Hoy sólo vivimos de los sueños.
Como ayer, de los sueños del Destino.